viernes, 21 de octubre de 2011

858 personas y 43 años después.

Resulta complicado hoy encontrar un título que no esté gastado y manido para definir el "cese de la violencia" por parte de ETA. Nadie discute que es una gran noticia y que llega en un gran momento pero como dijo en su día Carlos Iturgaiz, ni se olvida ni se perdona.

Han sido 858 asesinados por un supuesto ideal libertario, decenas de heridos físicos y centenares de heridos psicológicos y ahora,¿todo ha acabado?.


Han hecho falta 43 años para que comprendiesen la ilógica irracionalidad que propone las armas, la asquerosa inmoralidad del que impone su ley por la fuerza y la repugnante imposibilidad de la repulsa por una parte de la sociedad, el fin nunca justificó los medios y en este caso, aún menos.

El comunicado advierte del cese de la violencia y de la consecución de sus intenciones territorialistas por medio de la política, lo que viene siendo que del carro no van a bajar pero para continuar aún más decepcionante sigue siendo la negación de perdón a las víctimas y la exaltación de sus "caídos". Esos caídos, agresores y corruptores del Estado de Derecho que se creyeron en disposición de igualdad para enfrentarse a las fuerzas de seguridad, políticos y ciudadanos de un Estado. 43 años de "lucha" dividida entre una dictadura y una democracia, donde algunos todavía hacen víctimas de primera y de segunda según el cargo y la época, como si la pertenencia a uno u otro estamento tuviera alguna justificación posible para ser objetivo terrorista.





El fin de ETA no viene por sus declaraciones ni por sus comunicados, el fin de ETA ha de venir desde la detención y enjuiciamiento de sus miembros, de la reflexión y el perdón de los asesinos y nunca desde una simple declaración en la que se habla del "fin de la violencia". Que la violencia acabe es un comienzo pero el Estado de Derecho y la democracia no pueden permitir que una mera formalidad discursiva signifique el fin de una lucha contra un grupo terrorista.

Afortunadamente, los partidos políticos que se han atrevido a catalogar la noticia hablan de ella como un paso positivo pero también de la necesidad de acabar definitivamente con una lacra que lleva pesando en Euskadi demasiado tiempo y es que, de la noche a la mañana no existen las amnistías.


Jaime de las Heras Martín.

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