Entre los verdes prados que alfombran Euskadi y sus montes, donde decenas de caseríos se distribuyen, creando pequeños y únicos pueblos, irrepetibles, parecidos entre sí pero nunca iguales. Donde la lluvia se convierte en la madre del paisaje, que nos invita a una experiencia única, su constante goteo nunca es mal recibido porque es la esencia del carácter de Euskadi, la lluvia, siempre presente.
En este carácter apacible y húmedo de Euskadi encontramos un animal endémico a las provincias vascas, el Caracol PNV o el Helix Jeltzale, este caracol, se caracteriza por la lentitud de sus movimientos, por la velocidad con la que se esconde en su concha y por la celeridad con la que saca su cabeza de esta cuando el tiempo es húmedo y favorable para sus intereses.
Manifestación convocada por PNV, Sortu y otros agentes sociales de Euskadi el día 11 de Enero.
Foto: Noticias de Gipuzkoa/Jose Mari Martínez
Cuando el amable caracol PNV no tiene prisa, que es en el 95% de las ocasiones, vagará despacio entre las montañas y las playas de Euskadi. No molestará a su paso, completamente sigiloso, prácticamente imperceptible. En tantas ocasiones se moverá como si apenas existiera, no necesita la prisa, eso es para otros. Tampoco levantará polvo o ruido, es mucho más discreto. Tranquila y pausadamente dejará que la naturaleza siga su curso, donde él intervendrá lo mínimo, permitiendo que otros animales tomen el protagonismo, porque nuestro caracol sabe que el seguirá ahí mientras no levante ruido ni sospechas. Ciertamente una existencia cómoda, donde no hace falta causar estridencias, simplemente circular despacito, sin que parezca que se mueve, pero sin embargo, se mueve.
Curiosamente este animal tan pausado en algunos aspectos, es tremendamente veloz en otros, como por ejemplo, cuando las circunstancias del tiempo y el espacio son buenas, nuestro amable amigo, no dudará un momento en sacar su cabecita al sol (o en el caso de Euskadi, lluvia), porque cuando este clima propicio le favorecerá, no dudará un momento en salir de su noble caparazón, mostrarse junto a otros animalitos de la zona, presumiendo de compañías, aprovechando el buen y húmedo momento para salir y darse a conocer.
Esto es algo que el Helix Jeltzale hace muy bien, aprovechar los momentos buenos que se le ofrecen para destacar, dar la cara y mostrarse en público, siempre que la climatología lo permita. En el caso de que fuera adversa no habría ningún problema en volver al caparazón, que allí, se está calentito.
Porque esa es la tercera gran cualidad del caracol, la velocidad con la que se vuelve a esconder una vez que pasaran las circunstancias propicias. Una vez que el tiempo no acompañe, nuestro caracol no tendrá problema ninguno en guardarse de nuevo en su amable concha, habrá manifestado sus opiniones fuera de su coraza, habrá enseñado sus cuernos a la lluvia unos instantes, para luego volver a cubrirse, como si la lluvia y el tiempo que afecta a todos no fuera con él.
El Helix Jeltzale o Caracol PNV es un animal extraordinario que tiene la virtud de aparecer cuando le conviene, esconderse cuando las cosas vienen mal dadas y sobre todo, de moverse muy muy despacio, tan despacio, que parezca que no se mueve, porque no tiene prisa, su tiempo es eterno, quizás el de los demás no, pero nuestro caracol, siempre se mueve, pausadamente, pero lo hace.
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El pasado martes, Rubalcaba y Pere Navarro marcaron la hoja de ruta por el "camino federalista" que pretende seguir el PSOE y el PSC durante los próximos dos años. ¿Es la respuesta socialista a Artur Mas?
Espero que se me acepte la licencia de cambiar "socialista" por "de saldos" en las siglas del partido. Lo cambio porque lo siento, porque el segundo partido más votado en las pasadas elecciones generales parece vivir en un permanente bandazo político. Rubalcaba se empeña en buscar soluciones alternativas que nadie le ha pedido, se limita a quedarse en la ambigüedad política. Actúa a modo de ese amigo bien intencionado que busca soluciones a medio camino entre las dos partes pero sin preguntar a ninguna de ellas. La más señalada en los últimos días, llevar al Congreso una reforma constitucional, otro esfuerzo amable y constante, pero en vano, acaso Rubalcaba y Navarro no saben que la mayoría del PP tumbará cualquier propuesta de ese calado. Lo saben, lo usarán como estrategia política y estarán a medio camino entre el fallo y el acierto.
PSC y PSOE sellan un pacto para evitar la fractura. Europa Press
Rubalcaba: "El señor Rajoy sabe que no puede no hacer nada y el señor Mas sabe que no puede hacer lo que está haciendo.
El proyecto federal del PSOE no satisface los intereses soberanistas relacionados con la consulta de CiU, y obviamente tampoco satisface ni entiende los intereses centralistas del Gobierno. Rubalcaba flota entre dos orillas, entregado en una labor de mensajero autoimpuesta por sí misma y ofrecida por los millones de votos que recibe el partido socialista.
Lástima que a la hora de la verdad al PSOE le importen poco esos millones de votos, y sí, digo que le importan poco porque a la vista está la importancia que para Ferraz tiene el PSC. Políticamente queda muy digna la visión de un partido federal en la que cada federación tiene sus propias opiniones, el problema es que en en la Comitiva Federal del PSOE, las posturas cercanas al PSC son una minoría pero Rubalcaba se empeña en abrazarlas y entenderlas, sin duda un propósito muy loable.
Hasta que semejante nivel de abrazo choca con el resto de federaciones, que no abogan por una España sin Cataluña, donde no contemplan la posibilidad del referéndum ni de la secesión de Cataluña. Pero eso a Rubalcaba le da igual, actúa de forma despótica con los hijos obedientes que llevan orgullosos sus siglas de PSOE mientras que con el hijo caprichoso, que más duramente se proclama como independiente del PSOE se comporta como el padre generoso y permisivo.
Rubalcaba y Pere Navarro. Foto: El Mundo/EFE.
Con ese PSC que no vota en Barcelona lo mismo que en Madrid, con ese otro partido ambiguo donde la mitad de sus diputados no saben si quieren más a papá España o a mamá Cataluña (o a mamá España o papá Cataluña, eso es lo de menos).
Ese partido que pide a Madrid y Ferraz respuestas para frenar a CiU y ERC pero que quiere dar sus propias respuestas, distintas de todos. Y es que Ferraz y por tanto Rubalcaba, lo consienten, confían en que el frenazo a Artur Mas ya se lo impone Rajoy y la Constitución, por eso pueden flotar en aguas calmas, en las medias tintas, sin involucrarse demasiado. Esa postura ambigua favorecida desde la dirección provoca que algunos dirigentes socialistas se encuentren perdidos en la deriva de su propio partido, que desconocen el rumbo a tomar, simplemente flotan.
Rubalcaba, Pere Navarro y Elena Valenciano, este martes.
Foto: El Diario de Navarra / Efe
Flotar y limitarse a flotar, dejarse llevar por la corriente son actitudes muy livianas en la vida, y en la vida política además de livianas son incoherentes, porque si un partido político es votado, es para que lleve a cabo medidas y respuestas. Desde luego no para jugar al escondite y al "tu la llevas", exige respuestas, exige discurso y exige coherencia.
Y sobre todo, no exige plegarse a las pretensiones de una parte del partido que es la más inconformista sólo para acallar bocas y seguir flotando en el permanente naufragio que se ha convertido el partido saldado obrero español.
Saldado porque en su política de mínimos, se conforma con ir cediendo pequeñas migajas en función de exigencias externas, hasta que migaja a migaja no quede ni socialismo, ni obreros, ni españoles, porque partido, lo que se dice partido, hace tiempo que no hay.
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España lleva apenas treinta años en
la Unión Europea, nos unimos al club cuando aún eramos la Europa de
los 12 y donde los recién llegados ibéricos fuimos deslumbrados por
el fasto de Bruselas y el mundo de oportunidades que se nos abría.
Parece mentira que 30 años después olvidásemos el maldito “África
empieza en los Pirineos” y ahora, algunos de nuestros políticos,
tanto nacionales como europeos, esgrimen frases lapidarias parecidas sobre Rumanía y Bulgaria.
Hace apenas una semana que se ha
cumplido la moratoria que pesaba sobre los trabajadores rumanos en la
Unión Europea. Por esta decisión, los ciudadanos rumanos debían
tener permiso de trabajo autorizado para poder vivir en España. Tras
la derogación, ahora cualquier ciudadano rumano podrá permanecer en
España sin necesidad de permiso de trabajo, tan sólo con su
pasaporte.
Cárpatos, Pirineos, Balcanes; parece
que la abundante geografía física de Europa le ha servido a algunos
para durante siglos frenar al vecino y considerarlo inferior,
trabarle en su desarrollo y establecerlo no como frontera física
sino como frontera política. Y eso que ahora todos estamos en esa
gran Unión de los 28.
Aduana entre Moldavia y Rumanía. Fuente: Finland Times
Pero no sólo España era parte de ese
selecto y ambiguo club; Reino Unido, Francia, Alemania, Holanda,
Bélgica, Luxemburgo, Malta y Austria restringieron el acceso de
rumanos y búlgaros tras su adhesión a la UE.
Ahora ya somos todos amigos y europeos
,¿Se tratará igual a Croacia, a la que se presupone que en tres y
cuatro años formará parte del Acuerdo de Schengen?. Realmente
Schengen es el nombre que recibe una utopía porque sin él,
cualquier ciudadano de la UE puede circular con su pasaporte sin
níngun tipo de traba, Schengen es el tecnicismo para bloquear las
fronteras exteriores de la Unión.
Niño durante una manifestación en Reino Unido.
Foto: Elmundo.es / Reuters
La respuesta es aún desconocida, pero
igualmente, los Estados miembros de la Unión Europea tienen 7 años
para aplicar una moratoria sobre los ciudadanos de los países
recientemente adheridos, algunos países y gobiernos europeos temen
un “efecto llamada” sobre sus fronteras, creen que al vencer la
moratoria, decenas de miles de rumanos y búlgaros se cernirán sobre
los programas sociales y sanitarios del país así como de bloquear
el mercado de trabajo.
La Unión Europea, en los últimos años
parece muy aficionada a echarse las manos a la cabeza, temblar cada
vez que uno de los socios de la Unión aumenta sus capacidades de
decisión dentro de la UE. Esta es la misma Unión Europea que aparte
de las lógicas trabas de entrada para adaptarse a eso llamado
“convergencia”, y una vez se llega, generalmente la económica,
aparenta ser la única necesaria.
El temor de los conservadores británicos: Oleadas de inmigrantes.
Ciudadanas rumanas en el aeropuerto de Bucarest. Photograph: Bogdan Cristel/Reuters
Porque según van pasando las fechas,
las trabas y las zancadillas se suceden, si no es Schengen es la zona
Euro, si no, la libre circulación de trabajadores, si no una
reformulación del Tratado de Amsterdam que no deja satisfecho a
nadie. Y todo ello pasando por obviar diferencias demográficas entre
unos países y otros. Al final parece que la Unión, sólo quiere un
par de países más a los que exportar sus productos, importar mano
de obra barata y cualificada y todo ello enmarcado en una cordial y
franca amistad europea.
Esa Unión Europea que a veces se
confunde con un enorme mercado de compra-venta, donde el intento de
llegar a acuerdos sociales, fiscales o políticos de calado se hace
imposible. Donde velar por el buen funcionamiento de las
instituciones nacionales e internacionales pasa a un segundo plano
nos plantea escenarios como el actual.
Este escenario es donde la postura de
España se hace más cruel e incomprensible. Tras en 2009 permitir el
acceso tanto a búlgaros y rumanos al sistema de trabajo español, en
esos primeros coletazos de la crisis que algunos políticos no se
atrevieron a nombrar, facilitaron la llegada de estos ciudadanos.
Dos años después, cuando la crisis ya
era un hecho, el gobierno de Zapatero decidió ampliar la moratoria
pero sólo a los ciudadanos rumanos.¿ Realmente era este ciudadano
el culpable del paro y de la crisis en España, cómo para exigirles
nuevos requisitos laborales? ¿Prescindir de ellos iba a lanzar la
economía española y a potenciar trabajo para todos? A la vista de
los datos del paro de los últimos cinco años está claro que no.
Todo ello sin tener en cuenta que en ese momento la inmigración
rumana se encontraba próxima a los 800.000 habitantes, el mayor
colectivo de inmigrantes en España.
Pero la infamia se consumó al negar la
permanencia a los ciudadanos rumanos, a los que los impedimentos
legales les complicaba aún más la situación. Mientras que en 2011,
los búlgaros podían disfrutar del mismo estatus que en 2009, los
rumanos vieron como eran metidos en un saco distinto. Las razones
políticas argumentadas se basaban en el manido efecto llamada así
como una mayor población rumana dispuesta a la inmigración, por el
contrario, la población búlgara tanto en origen como la emigrada es
notablemente menor que la rumana.
Que haya países de la Unión Europea
con estas reticencias a la supuesta entrada masiva de inmigrantes no
hace más que llamar al discurso del terror, asustando a unos
ciudadanos nacionales que intentan capear el temporal y salir de la
crisis. Mientras tanto, estos gobiernos como el británico o el
holandés se visten con la enseña nacional, ondeando y proclamando a
los cuatro vientos que nadie se apoderará de su estado del
bienestar. Desde sus partidos les jalean y sus votantes duermen
conformes, tranquilos, sabiendo que el inmigrante no le va a robar su
hospital, su casa ni su plaza de aparcamiento.
Es en estos momentos cuando además, los medios de comunicación debieran autoexigirse un comportamiento digno y evitar el alarmismo, desde la prensa británica nos llegan estos dos ejemplos.
La pena es que muchos de estos
gobernantes son partidarios de doctrinas amigas del “América para
los americanos”, la lástima es que cuando entramos en este club
europeo, todos eramos amigos, las intenciones eran loables y francas.
Crear un espacio único de convivencia europeo, económico, social,
fiscal, político y judicial, con todas las características que
queramos añadirle.
Sólo que los egoísmos y la
discriminación, en tiempos de crisis se acrecientan, infravaloramos
al vecino, en sus capacidades y en sus deseos y sinceramente, no creo
que así, nadie quiera formar parte de esta Unión Europea.
Lo que no sé es donde quedaran
aquellos españoles que vieron como se les consideraba ciudadanos de
segunda en 1986, que superaron todas las trabas habidas y por haber
para incorporarse y hoy, casi 30 años después, miran con la misma
cara de superioridad a los nuevos invitados a la fiesta, sin pensar
que no hace tanto, nosotros fuimos esos mismos invitados.
Ahora solo cabe esperar, y de paso, mirar de nuevo hacia el este, donde Ucrania busca nuevos amigos, sinceramente, si mira a esta Europa, creo que debería pensarse mucho hacia donde orientarse. Turquía se encuentra igual.
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